martes, 26 de octubre de 2010

Sé que no vas a volver, pero aquí sigo esperándote. ¿Por qué? No lo sé, ojalá tuviera la respuesta.

sábado, 16 de octubre de 2010

Ya me cansé de buscar la flor del amor en tus calles asfaltadas, de pedir limosnas en tus grandes avenidas, de soñar a la intemperie con la noche en que me ofrezcas un cobijo bajo techo, en tu cama, al lado de la chimenea. Ahora soy un gato callejero, sin amo ni dueño, y la ciudad es solo mía.

domingo, 3 de octubre de 2010

-¿Te acuerdas de mi?
-No, gracias.

Indigente

Los hay que piden para comer,
los hay que suplican para vicios,
algunos quieren coger al autobús
y otros necesitan alimentar a sus hijos.
Yo, mendigo del amor,
tan sólo pedí un beso.
Ella me miró y pasó de largo.

sábado, 2 de octubre de 2010

Violeta


Eres un vestido violeta, un maquillaje de rocío y un corazón de terciopelo. Tu belleza, basada en la simplicidad de las formas y la intensidad de la piel, se dibuja ante un fondo desterrado al desenfoque del segundo plano. Lo que hay tras de ti es irrelevante.
Soñamos ilusos a la luz de mil velas
con la eternidad mal comprendida
desde nuestros ojos de mortales.

Bancos del parque

Poema del pasado que me encuentro por pura casualidad en un cajón desordenado. Ahí va:

"Todo termina cuando se desvanece el misterio

y la claridad sustituye a la niebla del iris,
cuando los defectos antaño perfectos
pierden su encanto idiosincrático
y se transforman en proyectiles rocosos
con que lapidar al contrario en discusiones terminales.
Todo termina cuando la fantasía del momento
queda desterrada al abismo del recuerdo,
y frases en cuya estructura sintáctica
se registran adverbios de tiempo
referentes a tiempos recientemente remotos
rasgan la superficie interna del pecho.
Todo termina en paseos nocturnos por cementerios
cuyas lápidas son bancos del parque,
lugares que un día fueron especiales;
noches interminables teñidas de negro
sin estrellas, sin luna y sin techo,
a la deriva por el mar de la memoria
buscando el naufragio en una sonrisa irrecobrable".

Cuando llegue el momento

Cuando llegue el momento
no me convirtáis en ceniza,
no quisiera yo teñir de negro
el mar que tanto amo
ni volar con rumbo incierto
a merced de una ráfaga de viento
loca y caprichosa.
Cuando llegue el momento
no me llevéis a un camposanto,
no quisiera yo desperdiciar
el alimento de mi cuerpo
encerrándolo entre paredes de madera,
ni descansar por siempre rodeado de llanto,
mármol frío y solitario,
rosas mutiladas y símbolos divinos.
Cuando llegue el momento
llevadme a un prado lleno de flores,
depositadme bajo un olmo
y dejad que le devuelva al mundo
lo que es suyo.
Dejad que reciba la visita de las estaciones,
el frío del rocío,
el canto de los pájaros
y la alegría de los niños.