miércoles, 21 de abril de 2010

Por no darme no me das siquiera la posibilidad de soñar.
Siempre te vas cuando empieza lo mejor y me quedo irremediablemente vacío. Empiezo a pensar que nada tiene sentido y que estoy solo, más solo que nunca.
¿Quién inventó los puntos finales?
Le odio, te odio, me odio.

jueves, 15 de abril de 2010

La canción aparece entre líneas,
evoca recuerdos hundidos.
Hacía tiempo que no pensaba en ella.

miércoles, 14 de abril de 2010

No des un paso más, me das miedo.

sábado, 10 de abril de 2010

¿Especial?

Los árboles, las canciones, el cielo, el que dirán, los sueños, las palabras, la realidad, los espejos, los trenes, el arte, el tiempo, las nuevas tecnologías, los parques, la playa, los ríos, el aire, el monte, el amor, la tristeza, el baile, lo insignificante y lo realmente importante. Nada le importa y yo no soy una excepción.

miércoles, 7 de abril de 2010

¿Por qué esos ojos y no otros?
Es injusto, siempre juegas con ventaja.

jueves, 1 de abril de 2010

Si no fue esta noche
sería la de ayer o mañana
de hace ya unos cuantos años.
Guardo perlas de paladar agridulce
grabadas a fuego en el lóbulo occipital.
Ya no estáis cerca de mi,
casi en ninguna parte.
Vuestros nombres son islotes
que salen a flote
en la esencia borrosa y maltrecha
que es hoy todo lo demás.
El azul preso entre barrotes de pestañas
que ayer me quitaba el sueño
cae por su peso al tropezar con la evidencia
gráfica del moderno megapixel,
y tu ego exacerbado dormirá dentro de poco
en una cama de matrimonio
a los pies de un ídolo de barro.
Qué triste no ser los mismos
y qué triste haberlo sido
de una manera irrepetible;
no critico, desconstruyo perfecciones
alcanzadas en etapas a priori imperfectas
partiendo del pretexto
de que ni siquiera yo soy el mismo,
aunque me sienta invencible, joven e intacto.
Parafraseo a Neruda:
nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Y me siento vacío y me ahogo
en el recuerdo de una noche de primavera,
a camino entre lo inalcanzable
y lo que alcanzamos estirando un palmo
el dedo corazón.
Me fundo en el dolor que produce
el brillo vivaracho
de una estrella muerta hace miles de años.
Cada vez que la veo alejarse
me pregunto si la volveré a ver.
La respuesta puede tardar horas,
días, semanas o meses.
Tal vez esta noche sea definitiva
y venga cogida de la mano del llanto.
Puede que esta sea
la noche que entierre al hasta luego.