Nunca dejará de asombrarme la facilidad
con que alguna gente olvida el pasado.
martes, 28 de septiembre de 2010
viernes, 10 de septiembre de 2010
Ella otra vez
Fue una emboscada, no pude evitarla.
Me abordó entre el pasillo de los ultracongelados
y las patatas.
Maldita sea, actuó como la muerte,
surgió cuando menos la esperaba
en el lugar menos pensado.
"Me alegro de verte",
tuvo el valor de decir.
Sudé, temblé y recé porque se fuera.
Verla girar la esquina de la panadería
fue como volver a respirar.
Me abordó entre el pasillo de los ultracongelados
y las patatas.
Maldita sea, actuó como la muerte,
surgió cuando menos la esperaba
en el lugar menos pensado.
"Me alegro de verte",
tuvo el valor de decir.
Sudé, temblé y recé porque se fuera.
Verla girar la esquina de la panadería
fue como volver a respirar.
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ayerum,
millas de tinta roja,
sergio pellicer
lunes, 6 de septiembre de 2010
- Es verdad, te lo juro por la gloria de mi madre.
Y su pobre madre se retorció una vez más en el cielo.
"Ten hijos para esto", pensó.
Y su pobre madre se retorció una vez más en el cielo.
"Ten hijos para esto", pensó.
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sergio pellicer
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Venda
Con los ojos vendados
avancé a tientas por la realidad.
Veía lo mismo que tú: nada.
Tú eras venda, yo vendado.
Prescindimos de la vista,
la sustituimos por impulsos
con más o menos fortuna.
Una vez agujereé tu negro cuerpo,
venda ciega,
y te doté de sendos orificios
para que fuese mi sentido
el que nos guiase a los dos.
El camino de la luz no hizo más
que confirmar tu gusto
por la oscuridad
y no tardaste en suplicar
remiendos.
La incompatibilidad nos forzó
a seguir el camino por separado:
yo, harto de sombras,
sigo buscando a alguien
que no turbe la vista;
tú, indispuesta a aclararte,
vives como yo, dando tumbos,
(en tu caso de una manera literal).
avancé a tientas por la realidad.
Veía lo mismo que tú: nada.
Tú eras venda, yo vendado.
Prescindimos de la vista,
la sustituimos por impulsos
con más o menos fortuna.
Una vez agujereé tu negro cuerpo,
venda ciega,
y te doté de sendos orificios
para que fuese mi sentido
el que nos guiase a los dos.
El camino de la luz no hizo más
que confirmar tu gusto
por la oscuridad
y no tardaste en suplicar
remiendos.
La incompatibilidad nos forzó
a seguir el camino por separado:
yo, harto de sombras,
sigo buscando a alguien
que no turbe la vista;
tú, indispuesta a aclararte,
vives como yo, dando tumbos,
(en tu caso de una manera literal).
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