miércoles, 1 de septiembre de 2010

Venda

Con los ojos vendados
avancé a tientas por la realidad.
Veía lo mismo que tú: nada.
Tú eras venda, yo vendado.
Prescindimos de la vista,
la sustituimos por impulsos
con más o menos fortuna.
Una vez agujereé tu negro cuerpo,
venda ciega,
y te doté de sendos orificios
para que fuese mi sentido
el que nos guiase a los dos.
El camino de la luz no hizo más
que confirmar tu gusto
por la oscuridad
y no tardaste en suplicar
remiendos.
La incompatibilidad nos forzó
a seguir el camino por separado:
yo, harto de sombras,
sigo buscando a alguien
que no turbe la vista;
tú, indispuesta a aclararte,
vives como yo, dando tumbos,
(en tu caso de una manera literal).

No hay comentarios: