Profunda decepción.
El principio queda tan lejos
que ya no cuenta,
el final puede no llegar nunca
o tal vez me atropelle
cualquier tarde
al cruzar la calle sin mirar.
Las historias se repiten,
desfilan ante mi con parsimonía
recreándose en mi angustía.
Y no veo la luz
hacia la que avanzar.
Toda ilusión muta en decepción.
Todo proyecto está condenado
a la muerte, al café de puchero.
Retrocedo y sólo consigo hundirme más
en tus arenas,
no encuentro un lugar placentero
en el que aguardar el amaine del temporal
que yo mismo desato constantemente.
miércoles, 16 de marzo de 2011
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