sábado, 2 de octubre de 2010

Cuando llegue el momento

Cuando llegue el momento
no me convirtáis en ceniza,
no quisiera yo teñir de negro
el mar que tanto amo
ni volar con rumbo incierto
a merced de una ráfaga de viento
loca y caprichosa.
Cuando llegue el momento
no me llevéis a un camposanto,
no quisiera yo desperdiciar
el alimento de mi cuerpo
encerrándolo entre paredes de madera,
ni descansar por siempre rodeado de llanto,
mármol frío y solitario,
rosas mutiladas y símbolos divinos.
Cuando llegue el momento
llevadme a un prado lleno de flores,
depositadme bajo un olmo
y dejad que le devuelva al mundo
lo que es suyo.
Dejad que reciba la visita de las estaciones,
el frío del rocío,
el canto de los pájaros
y la alegría de los niños.

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