lunes, 8 de marzo de 2010

III

Los días llenos los colmo con música.
A los vacíos les doy sentido
a golpe de guitarras, bajo, batería y voces.
No le hago ascos a sintetizadores y teclados,
percusión y toda clase de
instrumentos de viento.
En días, tardes y noches tristes
Spotify viene a rescatarme.
En la exaltación,
las notas me enderezan
y etiquetan sensaciones
potenciando el éxtasis.
Todo irá bien mientras tengamos
un Mp3 cerca.
En su defecto también vale una guitarra,
el canto de los pájaros

o el clamor musical de una gran avenida
con sus pasos, sus gritos y su tráfico.
Defino música como todo aquello
que amo escuchar.
Lo demás es ruido.

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