Se oyen voces disconformes,
como pequeñas gotas de lluvia
cayendo sobre un cobertizo
en el que me refugio del frío.
Estrechos lazos palpitantes
entre aquí, ahora,
y allí y siempre.
Juzgad cuanto queráis,
los puñales verbales
cortan y hieren, pero no matan.
Jugad a decidir por otro
sin conocimiento de causa
si es lo que os hace felices,
qué fácil es pensar desde fuera.
Pero creed lo que os digo,
aunque no queráis creerlo:
fue mejor así,
y por eso ocurrió
de aquella manera.
Ni ella era para mi
ni yo era para ella.
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