miércoles, 5 de mayo de 2010

Es curioso como las plataformas digitales
pueden llegar a poseer el aura nostálgica
de un puerto, un banco del parque o una cama vacía.
Viajar por las páginas muertas de un viejo blog
o de un perfil abandonado de una red social
es como visitar un cementerio.
Nos embarga la emoción,
se nos humedecen los ojos.
Hay algo nuestro en un sitio
que no existe en ninguna parte.
Una parte del pasado,
restos del naufragio.

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