Podríamos crear un mundo en una noche.
Un mundo de pintura y letras.
Un mundo donde todo fuera posible
y el límite fuese esclavo
del sueño y la falta de inspiración ocasional.
Entregarnos al arte en su concepto más amplio
y dejar correr mares de tinta y pintura.
Cuadros en verso
y versos expresionistas,
toboganes de colores deslizándose
por las entrañas de un destello mago.
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